Declaración de Universal de Derechos Humanos (ONU, París, 1948)
Luego de las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial se puso en el centro de las acciones la “dignidad humana”. La Declaración expone valores universales y un ideal común para todos los pueblos y naciones: todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. A 75 años de su aprobación el aumento de la pobreza y el hambre, la pérdida de confianza en las instituciones, el racismo, la intolerancia y la discriminación se verifican en un contexto de triple crisis: cambio climático, pérdida de la biodiversidad y contaminación del planeta.
Ser Internista
Cada vez que un profano o alguien que carece de conocimientos específicos en la materia me pregunta: ¿qué es un internista?, suelo hacer un parangón o establecer una “construcción comparativa” y, para ello recurro a la figura del director de una sinfónica o una filarmónica. En efecto, cada médico especialista de la especialidad que fuere es como el músico que ejecuta su instrumento con virtuosismo, mientras el director que se encarga del contexto orquestal, coordina los distintos instrumentos, o sea el trabajo de los músicos en beneficio de la obra; en nuestro caso concreto en beneficio del enfermo. En otras palabras, el internista debe coordinar la tarea del equipo médico, viendo al paciente como un todo, no de manera parcial u organicista, de allí la difícil tarea de percibir, contener y comprender al ser enfermo, y a su vez evaluar de manera correcta los diferentes cruces de las especialidades en el contexto del paciente en cuestión, habitualmente un enfermo complejo y difícil (medicina de la complejidad clínica).
Para el International College of Internal Medicine (ICIM) la Medicina Interna se halla en diálogo permanente con las otras especialidades y saberes médicos, incluso con disciplinas no estrictamente médicas. En lo que hace a la Historia de la Medicina y al pasado de la clínica general, la Medicina Interna surgió situándose en un nuevo plano analítico o autorreferencial y reveló en la práctica un nuevo género conceptual.
Del mundo analógico hemos saltado al mundo digital, sin abandonar al primero, fenómeno que ha llegado a la Medicina Interna, ya que no solo se trata de una compleja tarea de interdisciplinas, también de integración de miradas, conocimientos y abordajes.
El internista es un médico especializado en la complejidad clínica, con una clara visión generalista, que asiste a pacientes adultos de ambos sexos. Tiene gran entrenamiento hospitalario en el manejo de los enfermos internados (a menudo complicados, en ocasiones graves) pero también asiste a enfermos ambulatorios.
Es un especialista de la pluripatología clínica, de las comorbilidades asociadas, de la patología de fronteras (convergencia de patologías propias de distintas especialidades), en consecuencia puede tender naturalmente puentes con otras especialidades y situarse en el cruce epistémico de las especialidades.
Para el International College of Internal Medicine (ICIM) la Medicina Interna se halla en diálogo permanente con las otras especialidades y saberes médicos, incluso con disciplinas no estrictamente médicas. En lo que hace a la Historia de la Medicina y al pasado de la clínica general, la Medicina Interna surgió situándose en un nuevo plano analítico o autorreferencial y reveló en la práctica un nuevo género conceptual.
Del mundo analógico hemos saltado al mundo digital, sin abandonar al primero, fenómeno que ha llegado a la Medicina Interna, ya que no solo se trata de una compleja tarea de interdisciplinas, también de integración de miradas, conocimientos y abordajes.
El internista es un médico especializado en la complejidad clínica, con una clara visión generalista, que asiste a pacientes adultos de ambos sexos. Tiene gran entrenamiento hospitalario en el manejo de los enfermos internados (a menudo complicados, en ocasiones graves) pero también asiste a enfermos ambulatorios.
Es un especialista de la pluripatología clínica, de las comorbilidades asociadas, de la patología de fronteras (convergencia de patologías propias de distintas especialidades), en consecuencia puede tender naturalmente puentes con otras especialidades y situarse en el cruce epistémico de las especialidades.
El ejercicio de la Medicina Interna requiere de una sólida formación semiológica, y el internista adopta una rigurosa metodología clínica, a la que se suma una actualización permanente, y por su capacitación es quien mejor se halla preparado para ejercer la medicina holística, medicina antropológica o medicina de la persona.
Por sus habilidades, entrenamiento intensivo y mirada clínica lidera el equipo médico, recurriendo tanto a la interdisciplinariedad como a la transdisciplinariedad, para lograr la integración de conocimientos, saberes y valores. Un internista bien formado es un clínico de alto nivel académico que justifica su condición de consultor.
Prof. Dr. Roberto M. Cataldi Amatriain