VII FORUM FRANCO-LATINO AMERICANO de BIOETICA.
BIOETHIQUE et CHANGEMENT CLIMATIQUE. ASUNCION (PARAGUAY), 18-20 octubre 2022.
Entre los días 26 y 28 de octubre de 2022 se desarrolló el foro franco-latinoamericano de bioética en Paraguay (bilingüe) destinado a los efectos del cambio climático, con la participación de expositores europeos y del continente americano. Fue organizado desde París por el Prof. Christian Byk (Comité Intergubernamental de Bioética de la UNESCO y Comisión Francesa para la UNESCO). En el diálogo interdisciplinario participaron investigadores y climatólogos de varias instituciones internacionales de referencia, para abordar la temática desde distintos ángulos, donde quedó claro que la naturaleza está estrechamente ligada a la vida y la espiritualidad, que el ser humano no es el dueño de la naturaleza, que debe respetarse la diversidad cultural (nunca se hizo) y, los científicos de pueblos indígenas remarcaron que su cultura preserva la naturaleza y se opone a la degradación del planeta así como respeta los bienes culturales.
La necesidad de una ética aplicada a los problemas ambientales. El saber ecológico como problema moral. La conveniencia de desarrollar una epistemología ambiental. Los humanos como parte de la naturaleza y los derechos de la naturaleza (éticos, morales, políticos). Se habló de la ecología profunda y se criticó la postura antropocéntrica propia de la modernidad. Se confrontó el pensamiento cosmocéntrico de los pueblos indígenas con el pensamiento antropocéntrico, iniciado con la cultura grecorromana y posteriormente por los otros pueblos occidentales.
Al autor de la crónica le tocó exponer sobre el cambio climático, los daños que produce en la salud humana y desarrollar el paradigma actual “una sola salud” (one health), es decir: salud humana-salud animal-salud del planeta. Mencionó que su maestro el Prof. Pedro Laín Entralgo, sostenía que para tener un conocimiento científico cabal es necesario explorar tanto el camino de la historia como el camino de la realidad. De allí que arrancó con la “paleoclimatología” (períodos fríos y cálidos), ya que desde que apareció el planeta hace unos 4,6 miles de millones de años atrás, por el frío intenso no había vida posible. Luego hubo cambios climáticos que permitieron la aparición de ciertas especies y la desaparición de otras que no se adaptaron, por caso los dinosaurios. Un cambio climático favoreció la aparición del ser humano (Homo Sapiens), unos 2,59 millones de años con el período cuaternario o era antropozoica. Hace 25 siglos Hipócrates vislumbró la relación de las enfermedades con los aires y los lugares, y Rudolf Virchow en la modernidad habló de “zoonosis”.
El cambio climático actual es antropogénico, más allá de lo que sostengan los negacionistas, ya que se inició en el Siglo XVIII con la primera revolución industrial y se hizo de manera exagerada, sin contemplar las consecuencias que hoy se padecen. Desde 1970 la región del mundo que más biodiversidad perdió es América Latina (promedio global del 69%). La biodiversidad alterada por el cambio climático favorece la transmisión de patógenos (dengue, paludismo, tuberculosis, fiebre amarilla, cólera, etc.). Los patógenos se expanden y pueden saltar de un animal al humano (Covid-19). Al cambio climático caracterizado por el calentamiento global debido a la acción de los gases de efecto invernadero (CO2-CH4), se le suman la emergencia sanitaria global (coronavirus) y la irracional contaminación del planeta. En cuanto al calentamiento del planeta estamos lejos del Acuerdo de París (2015). Para preservar la salud de la Tierra y de todos los seres vivientes es necesario tomar las decisiones adecuadas. Existe una responsabilidad ética con las actuales poblaciones, sobre todo las vulnerables y las ya vulneradas, también esta responsabilidad se extiende a las generaciones futuras. Cuando la conciencia moral falla debe actuar la justicia en aras del bien común. No se pueden seguir difiriendo o procrastinando medidas ambientales absolutamente necesarias porque se interponen intereses de fuertes grupos económicos.
Es necesario desarrollar una conciencia anticipatoria, pues de continuar el calentamiento global su curso desmesurado, cabe la incógnita si llegado a cierto punto el ser humano se adaptará o desaparecerá como sucedió con tantas especies según revela la paleoclimatología. Los médicos no solo tenemos que asistir enfermos, debemos ser parte del diálogo interdisciplinario que promueve la prevención de esta catástrofe ecológica.
Una cuarta parte de la carga mundial de morbilidad se atribuye a factores de riesgo ambientales evitables, la inmensa mayoría de los cuales implica la exposición a la contaminación y a las sustancias tóxicas (Naciones Unidas). El Cambio Climático es la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI (OMS).
El hombre ha revelado ser el mayor depredador del planeta. El progreso está para mejorar la calidad de vida, no para empeorarla, y la naturaleza no es enemiga del ser humano, narrativa con la que se sobreexplotaron los recursos naturales. Protegiendo la salud del planeta protegemos la salud humana y promovemos el bien común.
Prof. Dr. Roberto M. Cataldi Amatriain
Profesor consulto de Medicina Interna y Presidente
de la Academia Argentina de Ética en Medicina.
La Medicina ambiental y la Salud planetaria
Prof. Dr. Roberto M. Cataldi Amatriain
La relación entre la salud de la población y la salud del medio ambiente es muy estrecha y revela situaciones de vulnerabilidad, así como conflictos de intereses y también dilemas morales en la toma de decisiones. Esto resulta de interés para la práctica de la Medicina en general, y de la Medicina Interna en particular. Cuando se habla de vulnerabilidad, en el imaginario colectivo surgen las fragilidades de las poblaciones pobres e indigentes, que tienen que ver con la “alta vulnerabilidad”. Pero hay vulnerabilidades ambientales que no respetan clases sociales ni poder económico. En la Argentina un ejemplo es el del Riachuelo (Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires), donde diariamente se vuelcan miles de metros cúbicos de aguas servidas y de residuos industriales que son tóxicos. Este desastre ecológico tiene una antigüedad de dos siglos y expone a casi 5 millones de personas a vivir en “riesgo sanitario”, ya sea por la posibilidad de intoxicaciones (plomo, benceno, mercurio, tolueno) o de infecciones (leptospirosis, hantavirus, virus de la hepatitis, etc.) además de la posibilidad de desarrollar patologías oncológicas. Otro ejemplo en el interior de la Argentina es la actividad minera y la contaminación de los ríos con cianuro.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta contra la contaminación atmosférica cuyos efectos letales se daría en cerca de 3 millones de óbitos anuales. La contaminación del aire en el planeta afectaría a más del 90% de la población, a través de partículas de diámetro aerodinámico en forma sólida o líquida (polvo, cenizas, metales, cemento, polen, etc.) que se conocen como PM10 y PM 2,5, cuyo correlato se da en los ingresos hospitalarios por patología respiratoria. Las PM 2,5 provienen de fuentes antropogénicas como las emisiones de los vehículos diésel y, las PM10 pueden tener una composición natural como el polvo que trae el viento de otra región. Las boinas tóxicas suelen concentrarse en las grandes urbes. La contaminación de las megalópolis (conjunto de áreas metropolitanas) obedece a la actividad industrial, los automóviles, las emisiones de las centrales térmicas y la eliminación de residuos. La atmósfera más contaminada del planeta hoy se daría en aquellos países por donde discurría la antigua ruta de la seda.
Casi todos los países del mundo firmaron el Protocolo de Montreal para prohibir los gases que destruyen el ozono atmosférico y el mismo entró en vigencia en 1975. El Protocolo de Montreal está cumpliendo con sus objetivos porque se redujo el agujero de ozono. Sería importante que el Protocolo de París (2015) sobre el cambio climático (control de la emisión de gases de efecto invernadero y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC en las próximas décadas), ya firmado por casi todos los países, siga el camino del anterior para comenzar a reparar el daño ambiental que se le ha ocasionado al planeta, pero existen fuertes oposiciones como sucede con los Estados Unidos, Rusia y otros países.
Se calcula que en el planeta ocho millones de toneladas de basura por año van a parar a los mares y océanos, gran parte son fragmentos de plástico. No solo se trata del calentamiento global o del uso de energías no renovables, hoy existe también el problema del plástico, y cómo los micro-plásticos ingresan al organismo humano.
Contaminación visual, contaminación auditiva, así como contaminación de los otros sentidos (olfato, gusto, tacto) están presentes en el ambiente y no sería algo inocuo. Cada vez son más las contaminaciones que afectan la salud de la población y del planeta, por eso se necesita una información científica responsable que pueda contrarrestar ciertos discursos motivados por conflictos de intereses, y que sirva para elaborar estrategias que protejan al ambiente y la salud de los seres humanos.